lunes, 18 de julio de 2005

Donde mueren los ciegos

Aunque no ví el amanecer hoy, de seguro la cordillera apareció en toda su congelada majestad. Ha hecho frío todo el día, y a lo lejos las montañas siguen cubiertas de nieve. Y el viento que baja desde allá trae consigo todo ese hielo... blanco, como la muerte.

Resulta curioso, pero esta ciudad despierta curiosas reacciones de amor/odio. Tarde o temprano uno termina, o al menos pasa, por acá. Y adoras a la urbe y su ritmo sucio y ruidoso, pero nunca dejas de añorar el hogar, el suelo que te vió romperte las rodillas y sangrar por primera vez.

Quizá sea una opinión sesgada, pero creo que el sentimiento y su contradicción es más fuerte entre quienes tenemos lazos afectivos con el Sur. Me convenzo de esto escuchando la canción que da título al nuevo album de Hielo Negro, "Donde nacen los vientos". Más allá de los clichés de no ser profeta en tu tierra o de "irse a triunfar a la capital" la banda ha hecho su carrera acá -y no es exageración decir que es una de las mejores bandas independientes del país. Aun así, o quizá por lo mismo, este disco exuda nostalgia por el Sur austral de donde son originarios: Punta Arenas, Puerto Natales, nuestro propio y congelado Finis Terrae. "No vuelvas la vista -escribía una poetisa puntarenense- todo es un inmenso Norte para ti".

A la hora de describir su estilo, la gente de HN prefieren hablar simplemente de rock. Otros han sido los que han agregado la etiqueta de "Stoner", un estilo al que no pocos se refieren también como "rock desértico"... y también el frío puede ser desierto. Aunque el de Hielo Negro sea uno poblado de vientos, árboles milenarios y aire que limpia los pulmones que en la ciudad se empiezan a podrir.

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