lunes, 27 de marzo de 2006

Buenas noches, buena suerte

Una de las buenas cosas que se puede hacer arriba de un avión es ver películas. Esta ocasión fue el turno de George Clooney y la excelente "Buenas noches y buena suerte", la historia del periodista E. Murrow y su batalla por la libertad de expresión en los tiempos de la persecusión anticomunista de Mc Carthy. La película es buena, creo que se merece las buenas críticas y los premios recibidos. Creo que, con el tiempo, para una nueva generación de periodistas tendrá el mismo impacto que la ya legendaria "Todos los Hombres del Presidente": el de levantar la moral de nuestra nunca bien ponderada y vilipendiada profesión.

Es que el Murrow de la película es todo lo que uno quisiera para sí: incisivo, inteligente, elegante; parece un Armando Uribe mientras sostiene su cigarrillo y las luces del estudio brillan en su cabello engominado. Ubicuo, lo mismo que reportea una situación especilamente polémica, dedica su espacio a entrevistar al pianista Liberace y su excéntrica casa. SQP meets Informe Especial. Algo así como el sueño de la Pamela Jiles, hablando de política hoy y faranduleando mañana, ambas cosas con la misma seriedad y profesionalismo.

Resulta curioso, en el filme, ver que tanto el conductor como los auspiciadores del programa fuman tranquilamente en pantalla. Otros tiempos, supongo. En Europa en general las normas restrictivas hacia el tabaco son mucho más fuertes que en Chile --ya es conocido el caso español; en Inglaterra los cigarrillos son bastante caros y en la mayoría de los lugares públicos ya se prohibe fumar. Ignoro si, como en el caso chileno, se les ha ocurrido introducir normas que prohíban mostrar gente fumando en las películas. Es lo más parecido que he visto al chiste de Don Otto y el sillón en política.

Pensándolo bien, hay otros ejemplos. Pero dejémoslos bajo un veo de piadoso silencio.

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