


Sería interesante que pudiéramos extraer algunas lecciones de este caso. Como se ha dicho, las cosas no son tan distintas entre Turquía y nuestro país, donde el militarismo también se respira día a día: baste recordar cómo la presidenta electa, Michelle Bachelet, destacaba en una de sus frases publicitarias su condición de ser “hija de militar”. Chile tampoco ha provisto ninguna normativa que reconozca el derecho de objeción de conciencia al servicio militar. Y aunque el trato a los homosexuales no sea tan brutal en el ejército, éste dista de ser respetuoso con su dignidad. No es necesario esperar a que un Mehmet criollo sea encarcelado y maltratado para introducir las reformas necesarias a la Ley de Reclutamiento, y de paso, abrirse a la discusión sobre el rol que lo militar juega en nuestra sociedad.

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